AMADORA

Idea original  Miren Iza (Tulsa)
Texto y dirección  María Velasco
Dramaturgia  Miren Iza y María Velasco
Música  Miren Iza (Tulsa)
Intérpretes  Socorro Anadón, Celia Bermejo y Carmen Mayordomo
Músicas  Clara Collantes (guitarra), Mariana Pérez Abendaño (batería-teclados-percusión), Pablo Fergus (teclados-sintes)
Escenografía  Jose Novoa
Sonido  Ángel Luján Méndez
Coreografía  Josefina Gorostiza
Ayudante dirección  Amanda Solar
Coordinación musical  Villa Music
Producción ejecutiva  Pablo Ramos Escola
Dirección de producción  Jordi Buxó y Aitor Tejada
Distribución  Caterina Muñoz Luceño
Una producción de Teatro kamikaze

De un lado Miren Iza, alma del grupo musical Tulsa. Del otro lado María Velasco, escritora, dramaturga, productora y directora escénica.

El proyecto se llama Amadora, que no es ni un disco de Tulsa ni una obra de María Velasco, no es concierto ni teatro musical. ¿Hay que definirlo? Son canciones compuestas por Miren y textos escritos por María, que además dirige la pieza; una propuesta abierta donde conviven músicas con monólogos, espacios sonoros con diálogos, acciones con atmósferas, poniendo “el foco en aquellas mujeres atrapadas en lo invisible, universalmente necesitadas e ignoradas, que reclaman de manera indirecta, con dolores, tensiones y ansiedad, el respeto que se les ha negado”.

Amadora es una heroína de andar por casa, siempre a merced de los deseos ajenos, siempre dispuesta, no sea que se encuentre de pronto con que nadie la necesita. Uno de los ejes temáticos de la pieza es, no en vano, el llamado síndrome de Wendy, que afecta sobre todo a las mujeres, identificado con esa excesiva preocupación por satisfacer y los enormes sacrificios que buscan evitar el abandono. Esa abnegación parece una vocación natural, las madres son así, ¿no?

Hay un tercer eje temático que tiene que ver con los roles de la mujer biológica habituales en la institución familiar tradicional y sus representaciones sociales, roles que esta obra pretende deconstruir y recrear.

De un día para otro, el dolor llega a su vida y Amadora se siente como una niña a una señora pegada: señora cansada y dolorida”. Así reza el argumento de una obra que, dicen sus creadoras, está dedicada “a las mujeres a las que nos íbamos a parecer todavía más a partir de los treinta y tres. A las mujeres que estábamos obligadas a querer con independencia de que las admiráramos. A las mujeres que nos iban a dejar una carga maldita, disfrazada de instinto. Mujeres con las que había obligación de reconciliarse para ser capaces de cuidar, incluso de amar, sin hacernos el harakiri dos o tres veces al día”.

“Me mecerá en sus brazos el diazepam, el tramadol me susurrará, me enroscaré en la cama como un animal, hasta que el león se canse  y me deje en paz”.   Versos de una canción compuesta por Miren Iza

“Tengo miedo de convertirme en un lugar común a pesar de tener un nombre propio. Hay nombres que son un correctivo. Peores que el pecado original o que el dolor de muelas o el de oídos: Soledad, Angustias, Dolores, Socorro… Amadora no es mejor”.   Fragmento del texto de María Velasco